29/03/20
Otro saliente de guardia, de nuevo en la bici. La vuelta, no hay prisa, por la vía amable (que hoy realmente lo es, sin tráfico). Paso por Gran Vía (modo Amenábar en “Abre los Ojos”), mercado de Verónicas (cerrado, muy cerrado) y por el jardín de Murcia-Río, esa especie de mini Parque del Retiro de nuevos ricos (perdón, es el cansancio).
Después Barriomar: la calidad de una ciudad es la de su barrio más descuidado. Cruzo la vía con las barreras bajadas, el tren se ve de lejos, estoy buscando otra peli de CCTV (ver capítulo anterior). La huerta hacia Aljucer es todo soledad y azahar. El perfume de los árboles. Significa que no tienes anosmia (una prueba más, aunque débil, de que no tienes El Virus, de momento) y que te toca rememorar, esos recuerdos, Los Recuerdos: niñez, plano medio, travelling lateral, íbamos, primer plano del Renault R8, toda la familia, al mediodía, cuando ya hacía buen tiempo, de Marzo en adelante, a una casa de huerta rodeada de naranjos, plano general, Puzol, Valencia, la infancia. Los niños, mi hermana, los amigos de ambos que se venían, comíamos bocadillos (entrepáns) en medio de ese aroma y, meses después, en medio de esos mismos árboles ya cuajados de clementinas. A veces había aún más suerte (más que el azahar o las clementinas frescas, dulces y ácidas a la vez, recién cogidas del árbol) y regaban a manta: los niños corríamos entre los ríos del agua cristalina, entre los surcos de tierra que hacían de diques. Entonces el agua de las acequias era transparente: he visto cosas que no creerías, etc.
De camino cometo otra infracción, debo estar un poco mal o un poco punk: paso ilegalmente por casa de una compañera de trabajo y me presta ilegalmente un rodillo de bici para poder transformar una bici vieja de casa en una máquina de spinning pandémico que pienso orientar al (ahora ilegal) monte: pandémica y celeste, la bici.
Cuando llego a casa todo sigue en su sitio, incluyendo la tonelada de hojas del alcornoque, que también sabe que es primavera y cambia de hoja. Empiezo a contarles lo del azahar y eso pero las noticias lo invaden ya todo a primera hora y nadie está para mucho recuerdo. J declara que el olor del azahar le aturde, muy dulzón. Como no me hacen mucho caso, decido escribirlo aquí, que tampoco.
La bici con el rodillo queda perfecta, mirando al monte. Tenéis que creerme: he visto rayos C, Orión, etc.
Luego, en Spotify, oigo lo de Dylan, esa canción (nueva y ya clásica) donde Kennedy vuelve a morir pero mejor y por mejores motivos. Esa canción, esa elegía con una playlist dentro, con cientos de pistas, imposible de resolver como la buena literatura.
Y ahora vamos y le discutimos el Nobel otra vez, nosotros, que etc. como lágrimas en la lluvia, etc.
A dormir, queda un día menos para algo que aún no sabemos.