23/03/20
Soy un cirujano en stand-by. La cirugía ordinaria suspendida. Las consultas ordinarias suspendidas, prácticamente solo contactos telefónicos. Y sólo queda estar(se) así, solo, en stand-by, pendiente del siguiente compañero que dé positivo (o un familiar suyo, o un contacto cercano) para ir a sustituirlo. Esa eventualidad.
Desde casa afino protocolos, corrijo trabajos fin de grado, tesis que quedaron a mitad de camino, trabajos pendientes de publicar. No es muy heroico: los aplausos de las ocho van, otro día más, para otr@s, los míos también en este extraño ritual de autohomenaje.
L trabaja todo el día —todo el día— desde su ordenador. Hace unas cien llamadas (bajas, controles, cuarentenas, síntomas, situaciones familiares muy complicadas, más complicadas ahora). Primaria es la zona cero de una catástrofe con muchas zonas cero: UCIs, residencias de ancianos, personal sanitario, familias monoparentales, pobres o en proceso de ser (más) pobres. Yo veo un seminario virtual sobre cirugía en tiempos de virus, en la red, en directo. Lo organiza el Imperial College (qué bueno, para una institución, llamarse así: nada puede salir mal). Hablan un intensivista desde Génova y dos cirujanos desde Milán. No voy a contar los detalles de lo que dicen, no quiero hacer spoiler. Ya vendrá, en una o dos semanas. Ya lo veremos, en riguroso directo, más periodismo. Después miro un curso —sencillo, muy sencillo— sobre respiradores (no he tocado un botón de un respirador desde que era residente, hace treinta años), por hacerme una idea.
Después pienso y escribo esto.
Porque recuerdo esa frase del médico de intensivos de Génova: “Just a comment: Think, not only act”.
Por si se me olvida.