Vacaciones #4

Compro en Mercadona. Me impresiona que alguien haya tenido la capacidad de generar(nos), a la mayoría (es curioso, esto de las mayorías) un apetito universal por la uniformidad del consumo, por las escasas posibilidades de variar el objeto que se adquiere: un sólo melón piel de sapo, dos marcas de detergente de prendas delicadas, un humus («clásico») y otro («mediterráneo»), un jamón york, dos marcas de queso fresco, etc. Pienso que, al final, el comunismo burocrático de Stalin ha triunfado, solo que en un formato más sofisticado y de aparente libertad: un consumismo lowcostósico. Todos –alemanes, italianos, españoles de distintas nacionalidades– al fin somos la misma masa proletaria gracias al capitalismo del padrecito Roig. La paradoja Mercadona: el Gulag somos nosotros mismos, junto a la pescadería (siempre la misma merluza, la merluza global).
Pronto, con todos ustedes: Hacendado Times, Hacendado News, Hacendado Cars, Hacendadocracia.
El objeto es contingente, la Marca Blanca, necesaria. Agrupémonos todos en la caja final.

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