(Des)propósitos para el año nuevo (III)

Fijar el rumbo
en cuanto sepa adónde.

Leer lo imprescindible:
leer lo que no está escrito.

Vivir el momento
en cuanto me ponga a ello.

Aprender a morirme
muy despacio, sin dolor
y a su indebido tiempo.

Ajustarme al presupuesto
de ser un derrochador.

No comprar un solo libro más:
comprarlos de dos en dos.

Entender, por fin,
el mercado de divisas,
el mercado de banderas,
el mercado de futuros o,
al menos,
el mercado de La Alberca.

Ser mejor docente,
perdón:
ser, si no mejor, decente.

Mejorar mi oído para la rima,
mejorar mi odio y hacer cima.

Escribir una teoría de lo inexpresable.

Hacer un change.org
contra los trenecitos turísticos.

Inventar una palabra
más práctica que “coartada”
más sonora que “púrpura”
y más útil que “perdona”.

Hacer un catálogo de mentiras adecuadas
a no cumplir ningún propósito
y salir, paradójicamente, indemne.

Deducir el logaritmo
de “empoderarse”
y la raíz cuadrada
de “dinamizar”.

Ser un poeta sincero
y sacar a la luz mis tropos sucios.

Deducir el futuro
con un descuento atractivo.

Acreditarme:
escribirme un credo,
rezarme.

Hacer de Bashō,
de Pizarnik, de Lorca.
Hacer Poesía.

Dejar pasar el año
alegremente.

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