Hoy, en un nuevo programa de #elurbanauta entrevistamos a Gonzalo Criptana, sociólogo.
Hola Gonzalo.
No, no hace falta que sonrías.
Has escrito algo así como que, en la actualidad, nuestra cultura se enmarca entre dos palos –como una acotación se enmarcaría entre dos guiones–: el palo de selfie y el palo de los que no tienen más expectativa que rebuscar en los contenedores y llenar con algo potencialmente vendible/intercambiable su carrito robado del Carrefour. Has definido la nuestra como una civilización/rizoma atrapada en un rango que oscila entre el bitcoin y la quincalla, los servidores y los contenedores de basura, el Doodle de Google y (esta es buena, ahí estuviste fino, Gonzalo) el dolor de los estómagos vacíos. Eso estuvo bien, analógico, jaja, ¿lo pillas, Gonzalo? Claro, sí, pero no era esto lo que quería comentarte. Sigo. No, no digas nada, no es el momento. En tu libro “(Extra)Ordinarios: Esquemas para una nueva antropología del desahucio” realizas una vehemente defensa de la personalidad como construcción, del yo como ficción y acabas afirmando que nuestra apreciación, la de cada uno de nosotros, de constituir “seres únicos”, irrepetibles, no va más allá de las huellas dactilares, que nuestro cerebro es perfectamente intercambiable, construido con un cableado universal y unos protocolos de activación y funcionamiento no muy diferentes a un Pentium II. Sí, no te remuevas en la silla, eso llegas a decir en el capítulo 7, “Lotería genética y minifundios (casi) humanos”, lo que, desde mi punto de vista no es más que una reinterpretación de las viejas teorías estructuralistas, no mucho más allá de Althusser, al que pocos citan ya, un filósofo amortizadísimo ¿te parece?. No, no he acabado, Criptana, Gonzalo ¿puedo llamarte Gonzo? No, claro, ese nick ya está pillado.
No te muevas tanto, no grites.
No podemos oírte, no te esfuerces: tu micro está apagado.
Por cierto, toda esta “nueva antropología” no lo parece tanto y, una vez desbrozada la paja y desgrasado el guiso, poco queda de aprovechable, no sé si coincides conmigo, bueno, claro, qué vas a coincidir.
Supongo que tendrías algo más que añadir, cuestiones que rebatir, pero, ya sabes, no estamos aquí para eso, el #urbanauta es un programa de post-entrevistas, hoy (que nos ha dado por eso), entrevistas donde el entrevistado no habla sino que es sometido al mismo rito que él –tú en este caso– nos ofreció en un libro: un discurso sin derecho a réplica, un tocho indigerible que he tenido que deglutir en una semana.
Si quieres decir algo, espera a la publicidad y hablamos off de record sobre cómo has llegado a se tan gilipollas, el rey del cut&paste y emperador de la jerga postmo.
Y, ustedes, no se pierdan –aunque están en su derecho de negarse una oportunidad única de sufrir con lo que podríamos denominar vergüenza intelectualoide ajena– el próximo capítulo: el régimen del 78, instrucciones de uso. Entrevistaremos a Manuel Fraga. Con una ouija, claro, pero lo van ustedes a entender igual de bien que cuando estaba vivo. En exclusiva. No se olviden de enviarnos sus preguntas. Las ignoraremos todas. Sistemáticamente.
#elurbanauta, el programa para lectoespectadores atentos.
Y recuerden: la postverdad les hará libres. Enjoy! El Apocalipsis somos nosotros mismos.